Cómo dejar de fumar Vol.3.1
- Lucia Lopez
- 2 jun
- 11 Min. de lectura
¡Bienvenidos una vez más al blog Luciendo Ciencia con Lu!
Retomando una vez más el tema “Dejar de fumar”, creo que todos hemos llegado a la conclusión de que, a pesar de todos los perjuicios que conlleva fumar, una cosa está clara: dejar de fumar, a la edad que sea, es beneficioso en comparación con continuar fumando. Para algunas patologías, aunque no siempre puede verse revertido el efecto que el tabaquismo haya producido en el cuerpo, sí es posible detener el avance de estas enfermedades o, por lo menos, no incrementa el riesgo de padecerlas.
Para una primera toma de contacto con el tema de esta entrada, he recurrido a nuestro gran amigo ChatGPT, como se le podría ocurrir a cualquier persona que esté pensando en dejar de fumar. Esta IA nos ofrece una pequeña guía para empezar el proceso:

Durante la preparación de este proyecto he hablado con personas que de una forma o de otra han dejado de fumar y todas ellas, prácticamente sin excepción, coincidían en que lo primero y más fundamental era, como bien nos adelanta ChatGPT, tomar la decisión. El autoconvencimiento de que es lo que de verdad se quiere hacer.

En primer lugar, debemos valorar si queremos que sea un proceso progresivo, reduciendo poco a poco el consumo a lo largo de las semanas, o bien si preferimos que sea un cambio de “todo o nada”. He de deciros, que en la mayoría de estudios se ha observado las personas que dejaban por completo el consumo de tabaco presentaban una mayor tasa de éxito para mantener la abstinencia, en comparación con aquellas persona que optaban por dejarlo progresivamente (Lindson-Hawley et al., 2016; Tan et al., 2019).
Por otro lado, se puede recurrir a ayudas (como nos indica el tercer paso de la super guía de ChatGPT), ya sea a nivel psicológico o farmacológico para facilitar el proceso, siempre teniendo en cuenta lo dicho anteriormente: la motivación es el primer paso y el más importante. Entrando en los posibles tratamientos o ayudas que existen tenemos varias opciones. En cuanto a las ayudas farmacológicas 💊tenemos la terapia de reemplazo de nicotina (que puede ser variable en cuanto a su administración, ya sea por chicles, pastillas, parches o spray), el antidepresivo bupropión o la vareniclina (ahora entraremos más en profundidad en cada uno de ellos).
Adicionalmente, hay otros métodos, psicológicos y conductuales 🧠, que cuentan con gran fama y eficacia entre las personas que están en el proceso de dejar de fumar. Entre ellos están lo que se conocen como terapias cognitivo-conductuales (similares al mindfulness o la meditación pero con pequeñas variaciones) y terapias de grupo o apoyo psicológico individual. Estas opciones son las se pueden llevar a cabo de manera más regular; sin embargo, hay otras múltiples opciones, de menor calibre, pero que puestas en práctica puede facilitar el proceso y que veremos más adelante.
⚠️ Por supuesto, toda esta gestión del proceso debe ser llevada, idealmente, por un médico o un profesional sanitario, pues son los que mejor pueden adaptar y recomendar una terapia u otra en función de las necesidades individuales (especialmente si hablamos de medicamentos o fármacos). ⚠️
Entrando en materia, en la entrada de hoy profundizaremos en las OPCIONES FARMACOLÓGICAS 💊
Antes de profundizar en cada una de las alternativas disponibles (o por lo menos entre las que más estudios se han hecho y se ha demostrado que tienen una mayor eficacia a la hora de ayudar a mantener la abstinencia) debemos entender el concepto. Lo que se busca con este tipo de tratamientos es: aliviar los síntomas del síndrome de abstinencia, causados por la privación de nicotina o, mejor dicho, de los efectos que produce la nicotina en nuestro organismo.
Como ya habíamos explicado en la segunda entrada, donde hablábamos de cómo se genera la adicción a la nicotina, el consumo de esta produce la liberación de dopamina. La dopamina está implicada en el refuerzo de conductas que den lugar a una recompensa (en este caso, fumar). Por tanto, las terapias farmacológicas lo que pretenden simular es esta estimulación de la nicotina y la consiguiente liberación de dopamina, eliminando el factor más dañino, es de los productos que contiene el tabaco y que, como habíamos visto en la última entrada, pueden tener múltiples efectos perjudiciales para la salud.

Terapia de reemplazo de nicotina:
Consiste, básicamente, en lo que acabamos de comentar. Elimina la necesidad de consumir esta nicotina “sucia” del tabaco, es decir, asociada a todos los productos tóxicos contenidos en el tabaco. En su lugar, dispensa nicotina a nuestro organismo, esta vez carente de toxinas, que ejerce su efecto sobre los receptores de nuestro cerebro, produciendo la estimulación correspondiente por liberación de dopamina (Lu et al., 2024; West et al., 2015).
Existen varias opciones dentro de este formato, las más comunes y aprobadas prácticamente a nivel mundial son: parches de nicotina, chicles de nicotina, spray nasal e inhalador de nicotina (Stead et al., 2016). Estos son considerados fármacos de primera línea que facilitan al futuro exfumador resistir mayor tiempo sin recaer en el consumo de tabaco (Watts et al., 2002).
Cada una de estas opciones tiene una serie de peculiaridades las cuales permiten, en algunos casos su combinación para tratamientos más completos (Sweeney et al., 2001). De nuevo, para llevar un control debéis consultar con un médico, que os podrá recomendar una u otra en función de vuestro caso personal, pero para que tengáis una idea de cómo funcionan, os explico en qué consiste cada alternativa.
El parche de nicotina es una parche transdérmico que permite la administración continuada y lenta de nicotina a través de la piel (veremos que hay otras formas en las que la administración es más rápida). Para facilitar la adaptación de nuestro organismo a este sistema, se recomienda iniciar su uso el día anterior a la fecha prevista para dejar de fumar, o incluso el mismo día (Giulietti et al., 2020). Para las diferentes dosis existen en dos formato, los que duran 16 h o los que duran 24 h, aunque en ambos casos se han observado efectos similares pues liberan la misma cantidad de nicotina por hora (Martín & Corral, 2004).
Los chicles de nicotina son (junto a los parches) una de las opciones más conocidas para eliminar las ansias de fumar durante el proceso de dejarlo. Igual que sucedía con los parches, en función de las características del paciente existen varias alternativas en función de la dosis de nicotina dispensada. Aunque se trata de un chicle, se debe tomar de una forma determinada para favorecer la correcta administración de la nicotina, pues se debe masticar y “dejar a un lado” varias veces, pues si no es posible que se de intoxicación por sobredosis de nicotina (por lo que hay que tener cuidado) (Giulietti et al., 2020; Nagano et al., 2019). Esta es una estrategia que suele resultar muy útil para las personas que hayan sido consumidoras muy activas de tabaco y, por tanto, hayan desarrollado un hábito muy fuerte, pues permite aliviar activamente las ansias de fumar, ya que “mantienes la boca ocupada”. Por este motivo se suele utilizar en combinación con los parches, pues pueden aumentar enormemente el éxito del tratamiento y favorecer el mantenimiento de la abstinencia durante periodos más prolongados de tiempo (West et al., 2015).
Las tabletas de nicotina son una opción similar a los chicles, pues su acción se lleva a nivel de asimilación oral. Concretamente consiste en un pequeño comprimido que se coloca entre la encía y la mejilla y debe disolverse (Giulietti et al., 2020).
Por otra parte, el spray nasal funciona tal cual os podeis imaginar. Se dispensa con un atomizador que libera el producto a la cavidad nasal. Este supone la forma más rápida de administración y absorción de todas las opciones que os he propuesto hasta ahora (por si no lo sabíais, es una zona que presenta gran vascularización, es decir, que llegan muchos vasos sanguíneos, por lo que una vez absorbido se distribuye rápidamente por el organismo), sin embargo, también es la que más frecuentemente genera reacciones adversas como irritación (Giulietti et al., 2020; Martín & Corral, 2004).
Por último, dentro de este grupo de terapias, tenemos el inhalador de nicotina. La “ventaja” de esta opción es que simula en gran medida la acción de fumar, aliviando las ansias y en función de la forma de inhalación (profunda o superficial) la absorción de la nicotina tiene lugar en diferentes puntos del tracto respiratorio; no obstante, se alcanzan concentraciones menores que con el resto de los métodos que hemos comentado hasta ahora (Giulietti et al., 2020; Martín & Corral, 2004).

Los chicles, las tabletas, el spray y el inhalador son formas de acción rápida, que permiten una estimulación a corto plazo, aunque proporcionan una menor concentración de nicotina que el consumo de productos de tabaco directamente (Sweeney et al., 2001). Por supuesto, todas estas formas de tratamiento generan ciertas reacciones adversas en función del método de administración, como pueden ser la irritación nasal en el caso del spray o irritación de la boca y náuseas en el caso de los chicles o las tabletas de nicotina. Por ello, deben considerarse como lo que son, tratamientos farmacológicos y deben manejarse con el cuidado que estos requieren.
Bupropión:
Esta terapia es un buen ejemplo del “refocusing” de medicamentos (en este blog somos bilingües, sí 😉). Esto del “refocusing” es el uso de medicamentos para fines terapéuticos diferentes a los que se plantearon para su diseño. Otro buen ejemplo es el Ozempic. ¿Y por qué? Pues porque el bupropión de diseñó como fármaco antidepresivo, pero más adelante se descubrió que podía tener aplicaciones como fármaco para dejar de fumar.
El bupropión lo que hace es alargar el efecto que tiene la dopamina en el cerebro, pues se encarga de impedir su eliminación. Concretamente, y si nos ponemos más técnicos, impiden la recaptación de la dopamina (que normalmente es uno de los mecanismos para terminar la acción de un neurotransmisor) (Department of Health et al., 2020). Traducimos: recordando que cuando llegaba la nicotina a nuestro cerebro, se activaba en ciertas neuronas la liberación de dopamina, el bupropión permite que esta dopamina que se ha liberado se mantenga durante más tiempo en contacto con la neurona que tiene que recibir esta dopamina.
Por tanto, al mantener elevadas las concentraciones de dopamina (aunque en menor medida que cuando se consume nicotina. Si recordáis de las entradas anteriores, la nicotina estimulaba mucho más de lo habitual la liberación de dopamina), se alivian los síntomas de la abstinencia y las ansias de volver a fumar. Digamos que permite al organismo estar en un punto entre la ausencia de dopamina (que es lo que produce los síntomas de la abstinencia) y el estado “a tope” de dopamina que produce el consumo de nicotina, haciendo más llevadero el proceso de dejar de fumar (Schiffman et al., 2000; Sidhpura et al., 2007)
El tratamiento comienza normalmente entre una y dos semanas antes de la fecha prevista para dejar de fumar y su dosis se ajusta, una vez más, a las necesidades de cada paciente, lo cual vendrá recomendado por un médico. Como todos los tratamientos vistos hasta ahora, implica una serie de efectos adversos, como el insomnio, que suelen remediarse ajustando el uso del fármaco en horarios alejados de las horas de sueño (Department of Health et al., 2020).
Vareniclina:
Este fármaco actúa sobre los mismos receptores que la nicotina, por lo que su efecto es similar (si nos ponemos técnicos otra vez, este tipo de sustancia se llama agonista parcial) (Cahill et al., 2013). Precisamente porque activa parcialmente al receptor sin ser la sustancia para la que está “diseñado” ese receptor). Es decir, se produce la liberación de dopamina; sin embargo, a una magnitud mucho menor. Por tanto, obtenemos un efecto en el que la sensación de recompensa, que era producida por la liberación de dopamina que actuaba en el sistema del refuerzo y recompensa (pequeño repasito a ver si estabais atentos), es menor que la que se produce por la nicotina. De esta forma, se reducen las ansias de volver a fumar, así como los síntomas de la abstinencia (Department of Health et al., 2020; West et al., 2008).

Mi objetivo al daros toda esta información es que tengáis una idea general de las opciones terapéuticas que hay, o por lo menos de las más comunes y que han demostrado una mayor eficacia. Por esa misma razón, no he entrado en detalle sobre la duración de los tratamientos o las dosis dispensadas de cada fármaco, pues ambos factores dependen de las condiciones o situación del paciente.
Es importante remarcar que en cada estudio, debido a las condiciones variables, se pueden obtener resultados que difieren unos con otros (aunque en todos se ha observado que el uso de estos tratamientos farmacológicos favorece la duración de los periodos de abstinencia, aunque en distintos grados en cada estudio, de ahí la variabilidad que os comento). Por tanto, os aconsejo que, de entre todas las opciones que os he propuesto en esta entrada, si estáis considerando comenzar el proceso de dejar de fumar, elijáis la que creáis que más se ajusta a vuestra situación y que, os lo vuelvo a recordar, siempre consultéis con un profesional médico antes de comenzar un tratamiento farmacológico.
Por otro lado, a pesar de que en este blog somos muy optimistas y estoy segurísima de que si os lo proponéis de verdad lo conseguiréis, es habitual tener recaídas, especialmente en momentos de estrés. Sin embargo, eso no debe ser un impedimento, puesto que debemos recordar cuál es la motivación principal, cuál es el motivo por el que habéis empezado este viaje. Todo forma parte del proceso.
En la próxima y última entrada (ohhhhh 😞) seguiremos hablando de las opciones terapéuticas que hay, aunque dejaremos de lado la química y la farmacología para entrar en opciones de ayuda psicológica. Así que, hasta entonces, os dejo esta super entrada con la que tendréis para un ratito largo. ¡Un saludito y hasta la próxima!
✨Como siempre os dejo la bibliografía de esta entrada al final para los que seáis más curiosos: ✨
Cahill, K., Stevens, S., Perera, R., & Lancaster, T. (2013). Pharmacological interventions for smoking cessation: an overview and network meta‐analysis. The Cochrane Database of Systematic Reviews, 2013(5), CD009329. https://doi.org/10.1002/14651858.CD009329.pub2
Department of Health and Human Services, Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Chronic Disease Prevention and Health Promotion, Office on Smoking and Health (2020). Smoking Cessation: A Report of the Surgeon General. U.S. Government Printing Office.
Giulietti, F., Filipponi, A., Rosettani, G., Giordano, P., Iacoacci, C., Spannella, F., & Sarzani, R. (2020). Pharmacological Approach to Smoking Cessation: An Updated Review for Daily Clinical Practice. High Blood Pressure & Cardiovascular Prevention 27(5), 349–362. https://doi.org/10.1007/s40292-020-00396-9
Lindson-Hawley, N., Banting, M., West, R., Michie, S., Shinkins, B., & Aveyard, P. (2016). Gradual versus abrupt smoking cessation: A randomized, controlled noninferiority trial. Annals of Internal Medicine, 164(9), 585–592. https://doi.org/10.7326/M14-2805
Lu, C. L., Li, J. X., Wang, Q. Y., Wang, R. T., Pan, X. R., Chen, X. Y., Wang, C. J., Chen, R. L., Yang, S. H., Zhao, Z. H., Jiang, J. J., Liu, X. H., Wang, J. H., Xue, X., Liang, L. R., Robinson, N., & Liu, J. P. (2024). Interventions for smoking cessation: An overview of Cochrane reviews. Tobacco Induced Diseases, 22, Article 195302. https://doi.org/10.18332/tid/195302
Martín, E., & Corral, L. P. (2004). Tratamiento farmacológico del tabaquismo. Trastornos Adictivos, 6(2), 78-87.
Nagano, T., Katsurada, M., Yasuda, Y., Kobayashi, K., & Nishimura, Y. (2019). Current pharmacologic treatments for smoking cessation and new agents undergoing clinical trials. Therapeutic Advances in Respiratory Disease, 13, 1-10. https://doi.org/10.1177/1753466619875925
Schiffman, S., Johnston, J. A., Khayrallah, M., Elash, C. A., Gwaltney, C. J., Paty, J. A., Gnys, M., Evoniuk, G., & DeVeaugh-Geiss, J. (2000). The effect of bupropion on nicotine craving and withdrawal. Psychopharmacology, 148, 33–40. https://doi.org/10.1007/s002130050022
Sidhpura, N., Redfern, P., Rowley, H., Heal, D., & Wonnacott, S. (2007). Comparison of the effects of bupropion and nicotine on locomotor activation and dopamine release in vivo. Biochemical Pharmacology, 74(8), 1292–1298. https://doi.org/10.1016/j.bcp.2007.06.025
Stead, L. F., Koilpillai, P., Fanshawe, T. R., & Lancaster, T. (2016). Combined pharmacotherapy and behavioural interventions for smoking cessation. Cochrane Database of Systematic Reviews, 2016, (3). https://doi.org/10.1002/14651858.CD008286.pub3
Sweeney, C. T., Fant, R. V, Fagerstrom, K. O., Mcgovern, J. F., & Henningfield, J. E. (2001). Combination Nicotine Replacement Therapy for Smoking Cessation Rationale, Efficacy and Tolerability. Drugs, 61(15), 2107-2113. https://doi.org/10.2165/00023210-200115060-00004
Tan, J., Zhao, L., & Chen, H. (2019). A meta-analysis of the effectiveness of gradual versus abrupt smoking cessation. Tobacco Induced Diseases, 17, Article 12. https://doi.org/10.18332/TID/100557
Watts, S. A., Noble, S. L., Smith, P. O., & Disco, M. (2002). First-line pharmacotherapy for tobacco use and dependence. The Journal of the American Board of Family Medicine, 15(6), 489–497. https://www.jabfm.org/content/15/6/489
West, R., Baker, C. L., Cappelleri, J. C., & Bushmakin, A. G. (2008). Effect of varenicline and bupropion SR on craving, nicotine withdrawal symptoms, and rewarding effects of smoking during a quit attempt. Psychopharmacology, 197(3), 371–377. https://doi.org/10.1007/S00213-007-1041-3/TABLES/3
West, R., Raw, M., McNeill, A., Stead, L., Aveyard, P., Bitton, J., Stapleton, J., McRobbie, H., Pokhrel, S., Lester-George, A., & Borland, R. (2015). Health-care interventions to promote and assist tobacco cessation: A review of efficacy, effectiveness and affordability for use in national guideline development. Addiction, 110(9), 1388–1403. https://doi.org/10.1111/ADD.12998,
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